jueves, 18 de octubre de 2007

EL TAMAÑO IMPORTA, LA HISTORIA DE PINO

De pequeño Pino no estaba contento y no era un momento de enajenación transitorio, era un estado permanente en su caso. Desde que tuvo uso de memoria, no era capaz de recordar un momento de pura felicidad… su niñez fue lo peor que le tocó vivir. Abandonado por sus padres nada más nacer, pasó a ser tutelado por la Asistencia al Menor de su Comunidad… Sus primeros años transcurrieron en un orfanato cutre de Barcelona, en el mismísimo Raval, y no fue como en las películas babosas de Disney, ni era querido por las cuidadoras ni fue adoptado por una familia bondadosa dispuesta a acogerle como una más del núcleo familiar y compensar con amor y ternura sus penurias y traumas de niño sin amor paterno filial… tampoco le dejaron tener una mascota adorable estilo perro labrador para suplir sus carencias afectivas… ni una miserable rata y eso que en las cocinas de la institución donde moraba, habían unas cuantas… y Pino sabía bien el porqué… era feo de narices, y nunca mejor dicho, la napia que adorna su cara no dejó nunca asomar el típico rastro de la candidez infantil que provoca ternura en los demás…

Qué nadie se atreva a decirme que el tamaño no importa…

Pino era carne de cañón… casi llegaba a entender al mirarse al espejo, las razones por las cuales su madre huyó de los servicios del Metro donde la premura de las contracciones, la obligó a parir… También dicen que era drogadicta y alcohólica pero bueno, eso a Pino ni le importaba… total si se hubiese quedado con ella probablemente ella se hubiese muerto de

A) alguna enfermedad infecciosa llamada SIDA,

B) alguna enfermedad derivada de sus excesos llamada cirrosis o

C) algún pico de sustancia adulterada…

O sea que Pino igualmente hubiese aterrizado en algún orfanato… De pequeño Pino no tuvo amigos, sólo otro desgraciado como él llamado el Orejón, pero hasta el Orejón encontró una vía de escapatoria cuando vio la luz y decidió entrar en el seminario de la mano del Padre Pau, cierto que era un niño simpático, un poco simplón, no creaba problema y jamás se quejaba cuando el Padre Pau se lo llevaba por las noches a su cuarto para repasar matemáticas y otras materias…

Los demás niños del orfanato era niños agraciados, que intentaban agradar y portarse bien para que se los lleven de allí y Pino les odiaba por ello, por guapos y serviciales… Pino detestaba todo lo bonito…

Así que siempre estaba solo, dedicándose a quemar hormigas con una lupa, luego cucarachas con unas cerillas (pudo contrastar que era imposible por cierto, esos bichos resistirían un holocausto nuclear), luego cuando se hizo con un mechero que le vendió un chino en la calle, pasó a quemar cubos de basura, mesas de las aulas, sábanas de los dormitorios… desquiciando al personal del orfanato y al cuerpo de bomberos…

Así que me llevaron al psicopedagogo… el tío iba de enrollado, me llamaba colega, y procuraba no mirarme la napia… me decía que él sabía que yo no era un niño malo, y yo pensaba “sí lo soy, pero no sabes hasta cuanto…”, luego me dijo que actuaba así por falta de atención y yo me callaba… Así que cuando me enseño imágenes abstractas y me decía que le diga lo que yo veía, le mentí y yo miento muy bien…

“a ver Pino qué ves”, dijo con un papel con mancha negra… contesté una mariposa a pesar de ver a un vampiro babeando sangre, un ave desplegando sus alas cuando lo que veía era al Padre Pau levantando la sótano para embestir al Orejón,… en fin que salí de la consulta con un diagnostico de depresión y supongo que por quitarme de encima, a la semana Montse, la directora con sonrisa falsa y un “Pino esta vez no la cagues”, me presentó a la única persona que había mostrado interés por mi persona, un viejo con cara de atormentado… El papeleo de la acogida fue, sospechadamente, resuelto en pocos días… y el día en que cumplí los 16, me fui dos calles más arriba a vivir con el viejo Josep… El viejo no intentó disimular la verdad, me dijo que lo que realmente necesitaba era un aprendiz gratis para su taller de carpintería y que si yo no me conformaba podía volver al orfanato… Agradecí su sinceridad y me puse a trabajar, haciendo marionetas horrorosas para feriantes callejeros… Lo bueno es que al terminar el curro podía salir a la calle, y las calles del Raval son de lo más entretenidas, además están llenas de engendros y yo y mi napia casi pasábamos desapercibidos entre borrachos crónicos, yonkies enmonados y putas envejecidas…

En el bar el Hada Azul, donde alternaba todo esta fauna, por fin me encontré a gusto y Georgina la madame del lugar me enseño la puerta hacia mi futuro… Un día me miró y sin más contemplación me dijo “oye tú, sabes lo que dicen de los mocetones con una napia como la tuya, que tienen la polla en proporción, si me das 3000 ptas, yo estoy dispuesta a comprobarlo”, cierto era que todavía era virgen y también lo era que al despertar mi pene dibuja debajo de las sábanas, una tienda de campaña para un regimiento de Boy Scout… Así que le birlé las pelas al viejo y me fui a ver a Gina… “vaya mocetón, si que la tienes enorme” gritó Gina cuando se puso encima “casi me haces daño y eso que soy de puertas abiertas”… Gina me enseño el arte de amar… y con sus artimañas de zorra vieja la verdad es que mi hice un maestro del placer… al mes estaba ella tan enganchada a lo que llamaba mi picha forzuda que ya no me cobraba ni las cañas y al llegar el verano yo ya me había hecho con el bar… य mi reputación de em”pollón” se había propagado por todo el Raval…

A los 18 y después de haber ahorrado unos durillos a cuesta del Bar el Hada Azul y su clientela, dejé al viejo Josep y me instalé en mi propia mansarda… (nombre bohemio de piso abuhardillado de extrema cutrez)। Un día entró una pareja desconocida en el Bar, se les veía con pasta… iban mirando todo con curiosidad… él con aspecto de maricón y ella con cara de estar excitada por mezclarse con la gente del barrio chino। El tío se acercó a mí y me dijo que era productor, que estaban buscando sitios para un rodaje en el Barcelona del Raval, y que El Hada Azul era perfecto para recrear el ambiente sórdido que buscaban… lejos de mosquearme, les pregunté que cuanto y acepté… La chica me dijo que buscaba extras para actuar ya que querían lograr el máximo realismo… así que quedé en darles nombres…y quedamos… ella era hija de buena familia,guapa… tetuda… rubia… y curiosa…como ya adiviné eso de frecuentar la chusma la ponía a cien, y a la segunda cita… la hice ver las estrellas… atada a los barrotes del balcón de su masía…la penetraba con tanta violencia que sus gritos llegaron a todos los payeses de la comarca que se despertaban gritando “Joanet, despierta que vienen lobos, vamos a guardar las gallinas…”


Pero ella pedía más, y como le pasó a Gina, al mes, se desvivía por complacerle… Se compró todos los accesorios de bondage, fustas, látigos, bolas, collar, lencería de furcia, cuánto más la humillaba, más le quería… sometida, guapa en el sufrimiento, y queriendo agradarle a toda costa, servicial… nunca sospechó que la despreciaba precisamente por ello.

Pino la atormentaba con dejarla, desaparecía sin avisar, la chuleaba delante de todos con frases del tipo “miradla, tan aristócrata si la viesen en la cama jadeada como una perra en celo”, la dejaba sola en las calles del Raval a altas horas de la madrugada, a merced de todos, amenazaba con prestarla a sus amigos para pagar deudas de juego, hasta la obligó hacer un trío con la Gina… ella lo aceptó todo, hasta la boda y la cuenta de corriente a nombre de él.

Pino ahora siempre está contento…jamás pudo separarse de su lado canalla, aprovechó los contactos de ella y se montó una productora “Pincha Forzuda Films”, especializada en peli porno de serie B. Dinero fácil, hace falta poco medios… el guión es mínimo, los decorados se limitan a una habitación con cama, algún exterior de folleteo en la playa y la piscina de la masía para baños calientes… en cuánto a actores él mismo se las apaña… y si hace falta la típica sirvienta explotada quién mejor que su mujer… que ya no tiene ni dignidad…







Pino está en la cima…

Quién se atrevería a decirme que el tamaño no importa.

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